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22 Feb, 2023

Cambiemos la forma de vivir y de dirigir empresas

Alexandra Kissling, Presidenta AED

Vivimos en un mundo globalizado, interconectado, interdependiente que es, además, volátil, incierto, complejo y ambiguo. En Costa Rica y en el resto del orbe, enfrentamos una cascada de crisis globales que tienen el potencial de atentar contra la vida humana en todo el planeta. Los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, amenazan nuestra existencia. La violencia, la inseguridad, la pobreza y la desigualdad limitan la democracia, la libertad para vivir, para expresarse, para producir y trabajar eficientemente y reducen la calidad de vida de la ciudadanía.

De continuar viviendo de la misma manera vamos a obtener los mismos resultados. Entonces ¿Cómo provocar el cambio necesario?

Bernardo Toro, un conocido filósofo colombiano, dice que debemos dejar de lado el paradigma del éxito individual y pasar al “paradigma del cuidado” con mecanismos y herramientas sociales para cuidarnos a nosotros mismos como seres humanos. Tenemos que observar los límites morales de cómo nos tratamos los unos a los otros y tratar de reparar, restaurar, revigorizar y regenerar. Crear políticas de sostenibilidad y aplicar un modelo ganar-ganar.

La esencia de la “ética de cuidado” se basa en una verdad tan sencilla como poderosa: “Cuando cuidamos, amamos; y cuando amamos, cuidamos”.

Este paradigma nos permite plantear la pregunta fundamental de la época contemporánea: ¿Cómo podemos amarnos, cuidarnos y preservar la vida en el planeta?

Una primera propuesta global se dio cuando en 2015 los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se comprometieron formalmente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con metas al 2030.

De acuerdo con Naciones Unidas: “los ODS sólo podrán lograrse con una innovación revolucionaria, y estos avances surgirán en la mayoría de los casos de los procesos creativos y de las actividades de investigación y desarrollo impulsadas por las empresas”. Vean ustedes: el mundo espera que las empresas tengan un propósito superior, más allá de solo generar ganancias para pequeños grupos de personas. Tenemos que tener solidez financiera y ser rentables, pero se espera más de nosotros: que nos constituyamos en las y los líderes que ayudemos a resolver los grandes desafíos de la humanidad.

Para liderar debemos transformarnos en un actor confiable y hacer un cambio profundo en la forma de hacer negocios que ayude a resolver los problemas más importantes.

Paul Polman, ex CEO de Unilever, una gran corporación multinacional, dijo que estamos viviendo una era única con una gran oportunidad para re-imaginar el mundo y hacer negocios prósperos inclusivos, justos, que respeten y regeneren el medio ambiente.

Un “business case” preparado por la Comisión de Negocios y Desarrollo Sostenible de la ONU demuestra que los retos globales deberían formar parte de la estrategia de crecimiento de cualquier compañía, ya que, si logramos incorporar acciones en favor de la sostenibilidad, abriremos nuevas oportunidades de negocios y de trabajo.

La ciencia nos ha dado la tecnología y la clara información de lo que está causando nuestros problemas mundiales y lo que debemos hacer. Sin embargo, caemos en muchas ocasiones en una actitud contemplativa frente a estos problemas. Pensemos en el caso de nuestro país: desde hace décadas, muchas personas no cuentan con sustento, educación, seguridad, salud, identidad ni propósito, pese a que en ese período la sociedad costarricense se ha modernizado.

Lamentablemente, estamos frente a una crisis de liderazgo global, de valores, de prioridades y una gran confusión sobre lo que es esencial e indispensable para la vida. Para buscar soluciones frente a los retos mundiales tenemos a personas emprendedoras y empresarias, tenemos tecnología y tenemos capital: ¿Qué es lo que nos detiene?

El mundo exige una transformación radical en el modelo de desarrollo y la forma de hacer negocios. Esto implica superar creencias, valores y sesgos que se han anidado en nuestro fuero interno por años, generación tras generación. Para poder superar este momento histórico tan complejo, sin duda uno de los factores sobre los que hay que poner especial atención son los estilos de liderazgo.

John Mackey, fundador de la empresa Whole Foods y uno de los fundadores del movimiento de Capitalismo Consciente, dice que: “una empresa solo es tan consciente como lo es su líder”. Entonces, ¿qué tipo de liderazgo necesitamos para una evolución del modelo de negocios acorde con los retos globales?

Necesitamos liderazgos que tengan un propósito superior, que se orienten al bienestar de la colectividad y no al atrincheramiento alrededor de la preservación de posiciones de poder.  Para lograr esa transformación, los líderes y lideresas deben guiarse por una columna vertebral de valores de corte universal, que se expresan desde la esencia del Ser: son valores perennes que reflejan en sus acciones una gran calidad humana.

Necesitamos liderazgos que visualicen un nivel de relaciones de intercambio, de cooperación y colaboración, en las que aprendamos, desde la interdependencia, a beneficiarnos mutuamente por medio del esfuerzo unificado y generemos un desarrollo humano acorde con la sostenibilidad requerida para la vida de las futuras generaciones.

Tienen en su ethos un sentido de responsabilidad y de coraje moral que les impulsa a ser consecuentes con lo que piensan, dicen y hacen. Están dispuestos a realizar cambios y acciones que transformen el mundo en un mejor lugar para vivir.  Pueden inspirar a otros a encontrar su propio valor, su propósito y ser un agente de cambio.

Pero ese tipo de liderazgos solo puede surgir a partir de un trabajo interno personal, que busca conocer la esencia de la propia naturaleza. El poder básico de un líder inspirado no proviene de otras personas, sino de su propio Ser. Proviene de su conexión con el “corazón profundo” y es desde ese descubrimiento, desde donde puede operar a su máximo potencial. Es desde ese lugar desde donde puede encontrar las respuestas más esenciales de la vida:


¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el propósito de la vida y que requiere la vida de nosotros para hacer una diferencia?


Si como líderes estamos llamados a buscar soluciones a los grandes desafíos que vivimos en estos tiempos, entonces necesitamos ir más allá del constante clamor de nuestros egos y ejercer un liderazgo nuevo, con significado profundo que transforme no solo nuestra vida sino la de nuestros semejantes.

La propuesta de “adaptación profunda”, término acuñado por un académico británico, nos habla de que el mundo debe prepararse para los cambios que estamos viviendo, especialmente sus líderes, y recomienda hacer la reflexión de lo que él llama las 4R:

  1. Resiliencia: ¿Qué es lo que más valoramos? ¿Qué queremos conservar y cómo?
  2. Renuncia: ¿Qué podríamos soltar para no empeorar las cosas?
  3. Restauración: ¿Qué podríamos traer de vuelta para ayudarnos en estos tiempos difíciles?
  4. Reconciliación: ¿Con qué y con quién haremos las paces al reconocer nuestra vulnerabilidad?

A pocos días de celebrar el Día Internacional de las Mujeres, creo que los líderes y lideresas conscientes, especialmente en el mundo empresarial, podemos unir esfuerzos para vencer cualquier reto, podemos renunciar a las viejas formas de medir el éxito, donde el dinero es el único amo de nuestras decisiones.

Exhorto a las y los empresarios de Costa Rica a que llevemos adelante una cruzada nacional de “adaptación profunda”, que sea tan ambiciosa que nos permita elevarnos a lugares que pocos habrían imaginado posibles para un país tan pequeño como el nuestro; y a la vez tan profunda que nos regrese a lo más auténtico, a lo más noble, a las raíces del ser costarricense.  

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